¿A qué vienes? Recuerdo haberte dicho que no volvieras nunca más! ¿No te dije que no mereces nada de mí? Que tus besos, ya no me interesan, que no quiero ser tu amiga, ni tu amante, ni nada tuyo?
¿Qué haces? No… no te pongas tras de mí, por favor. Déjame tranquila. No hagas eso, me enojaré de verdad.
Trato de apartarme, pero sus brazos me lo impiden. Me tiene prisionera. Atada de tal manera que no puedo librarme de él. Siento su respiración tras de mí. Siento como me besa por sobre el cabello y trata de llegar con sus labios a la piel de mi cuello… No podré resistir más… él sabe que es mi punto débil. Sabe, que mi cuello es uno de mis puntos sensibles… ay! Ahhh!! Me gusta cómo me besa. Me besa la nuca poco a poco, suavemente. Me gusta como aparta mi pelo y comienza a besarme con besos ahogados que le roban la respiración. No quiero sentir estos escalofríos, pero no lo puedo evitar. ¡Te digo que me dejes! Mis palabras lo aferran más a mi y siento su cuerpo pegado a mi espalda, siento cómo sus ansias van creciendo tras de mí.
Por Dios, ¡cómo me calienta este infeliz! No puedo resistir más… tengo que liberarme. Forcejeo un poco y libero una de mis manos. La llevo hacia el final de mi espalda, un poco más abajo. Con sus besos, consigue erizar toda mi piel, desde los pies a la cabeza, lo toco… lo palpo… su sexo ya está en su punto cumbre. Mi mano lo siente por sobre sus ropas. Su respiración es tan agitada como la mía, su corazón late violentamente… como el mío.
Me voltea tan rápido que no me doy cuenta. Me aprieta con más fuerza entre sus brazos, para que no me escape. Aparto mi rostro, pero sus labios me buscan afanosamente… mi mano busca su miembro por sobre sus vestimentas, quiero tomarlo y apretarlo, hasta hacerle daño. Quiero apretarlo con tanta fuerza que mis dedos queden marcados, para siempre en su pene. Para que sienta el dolor que me ha causado. Sigo intentando esquivar su boca, pero me empuja y aprieta contra la pared y ya no puedo moverme. Consigo desabrochar su pantalón. Aún tiene una de mis manos prisionera. Sus labios me encuentran… abre su boca… me muerde suavemente los labios, consiguiendo hacerme abrir los míos y pasa su lengua, húmeda, caliente, ansiosa, deseosa… lo atrapo con mi lengua. Ya estoy perdida. Mi mano le ha dado libertad a su miembro, duro, erecto, el que escapa con intrepidez. Lo tomo con fuerza entre mis dedos, lo aprieto, lo acaricio, lo muevo… de abajo hacia arriba… pero no consigo hacerlo con furia, no consigo hacerle daño, al contrario mi caricia lo apasiona más. Maldición, quiero sentirlo con mi boca, quiero apretarlo con mis labios y estrujarlo, quiero pasar mi lengua por su glande una y otra vez... quiero succionarlo, comerlo, morderlo. Pero una parte de mi, recuerda todos los días de soledad. Los días de ausencia y desesperación. Todos esos días tristes que me dejó.
..."Nadie como tú siente mi mirada y advierte mis ganas cuando te deseo, Nadie como tu sabe provocarme sabe acariciarme cuando te deseo. Nadie como tú sueña entre mis brazos y muere despacio al sentir mis manos, Nadie como tú desnuda en mi cama se entrega y me ama cuando nos amamos. Pero estás tan lejos y yo estoy tan sola...
Y apago la luz para recordar el olor a ti, y apago la luz para imaginar que me entrego a ti, y apago la luz para recordar el sabor a ti, y apago la luz para imaginar que te siento a ti pero estoy tan lejos y yo estoy tan sola".
Apago la música. Apago la luz, me sumerjo entre mis sábanas. Vete... vete y déjame dormir, que sólo durmiendo, consigo alejarte de mí.





