¿Porqué tenía que ir para allá? Porque él pertenecía a ese mundo. El mundo del dinero, de la frivolidad, de las apariencias, donde las personas quieren demostrar que tienen más que el otro. Gente prepotente y agresiva que trata al resto como si fueran su séquito de criados... y él no dejaba de ser igual que ellos.Y la vio... y la observó... e inspeccionó su vestimenta... e inspeccionó su rostro, sus dientes, su sonrisa, sus manos y todo lo que ella era.
Parecía un señor Feudal buscando una yegua para lucirla frente a sus congéneres... y la observó de la misma forma como se observa a un caballo cuando va a ser comprado. Observó sus dientes, sus cascos y sus ancas... “no, no es lo que busco”, él quería lucirse frente a sus amigos, quería jactarse por su adquisición... pero no sabía el idiota que aquella yegua cabalgaba como ninguna... que era veloz... y bajo esa apariencia humilde, tímida quizás... se escondía un bello ejemplar, por el que pudiera sentirse más que orgulloso... pero cortó por lo sano, fue sincero y se fue tal como llegó...
¿Dónde quedaron las palabras de Antoine de Saint-Exupéry? (que me enviara días antes) “Sé que en algún lugar del mundo, existe una rosa única, distinta de todas las demás rosas, una cuya delicadeza, candor e inocencia, harán despertar de su letargo a mi alma, mi corazón y mis riñones... Existe rodeada de amapolas multicolores, filtrando todo lo bello a través de sus ojos aperlados, cristalinos y absolutamente hermosos... a esa rosa dedico este trabajo, con la esperanza de hallarla algún día, o de dejarme hallar por ella...”
Como dice alguien por ahí... Next! Que pase el siguiente!
1 comentario:
Hola Agustina.
Muy duro.
Pero eso, Next.
Besos.
Publicar un comentario